ACCIÓN COMUNICATIVA
INTRODUCCIÓN
Jürgen Habermas es sin
lugar a dudas uno de los pensadores más influyentes del siglo XX. Proveniente
de una formación en Filosofía, Este propone un modelo
que permite analizar la sociedad como dos formas de racionalidad que están en
juego simultáneamente: la racionalidad
sustantiva del mundo de la vida y la racionalidad formal del sistema, pero donde
el mundo de la vida representa una perspectiva
interna como el punto de vista de los sujetos que actúan sobre la sociedad
El trabajo de Habermas
estuvo dirigido a explicar y superar las contradicciones entre los métodos
materialistas y trascendentales en torno a una nueva teoría crítica de la
sociedad, a retomar la teoría social marxista contemplando las posturas
individualistas propias del racionalismo crítico, en torno al análisis de las relaciones
entre los fenómenos socio-estructurales culturales con los psicológicos y de la estructura económica de la
sociedad moderna.
El pensamiento
Habermasiano ha contribuido significativamente en la filosofía analítica del
lenguaje, en el desarrollo de la hermenéutica desde de la polémica con Gadamer
sobre sus pretensión de universalidad (García, 2006), en el llamado “giro
lingüístico” de la Teoría Crítica (McCarthy, 1987) y en la discusión con Niklas
Luhmann sobre los fundamentos de una teoría comprehensiva de la comunicación social
(Leydesdorff, 1999), la obra de Habermas ha
logrado consolidar la relación entre el análisis fenomenológico y trascendental
dentro de una teoría materialista de la evolución social, entendida como parte
de una teoría reflexiva trascendental de sabiduría emancipadora social
reflexiva a partir de la evolución cultural.
Habermas contempla la
acción comunicativa y
el mundo de la vida como conceptos “complementarios”. En
concreto, la acción comunicativa puede considerarse como algo que ocurre dentro
del mundo de la vida.
Por decirlo así, el mundo de la vida es el lugar
trascendental donde se encuentran el hablante y el oyente, donde de modo
recíproco reclaman que sus posiciones encajan en el mundo… y donde pueden
criticar o confirmar la validez de las pretensiones, poner en orden sus
discrepancias y llagar a acuerdos “.
La obra titulada como
“Teoría de la Acción Comunicativa” es una de las más trascendentales de
Habermas, ya que en este trabajo analizó desarrolló los fundamentos racionales
de una teoría de la acción capaz de superponerse al subjetivismo e individualismo
propios de la filosofía moderna de la época. Además, de eso, en esta obra logró
construir una teoría comprehensiva de la sociedad y de la comunicación social a
partir de los conceptos de “sistemas” y “mundo de la vida”.
DESARROLLO
De la multitud de conceptos de acción, empleados en
teoría sociológica, Habermas, las reduce a cuatro:.
1.- El concepto de acción
teleológica que ocupa el centro de la teoría filosófica de
acción desde la época de Aristóteles. El actor realiza un fin o hace que se
produzca el estado de cosas deseado, eligiendo en una situación dada los medios
más congruentes y aplicándolos de manera adecuada.
2.- Nuestro autor nos dice “El concepto de acción regulada por normas se refiere no al comportamiento de un
actor en principio solitario que se topa en su entorno con otros actores, sino
a los miembros de un grupo social que orientan su acción por valores comunes”
3.- El autor también nos dice “El concepto de acción dramatúrgica, no hace referencia ni a un actor
solitario ni al miembro de un grupo social. El actor transmite en su público
determinada imagen o impresión de sí mismo al poner de manifiesto lo que desea,
es decir, su propia subjetividad”.
4.- Finalmente, Habermas nos dice “…el concepto de acción comunicativa se refiere a la interacción de a lo
menos dos sujetos capaces de lenguaje y de acción que entablan una relación interpersonal”.
La acción comunicativa es definida como “una
interacción mediada por símbolos” . Tiene como núcleo fundamental las normas o
reglas obligatorias de acción que definen formas recíprocas de conducta y han
de ser entendidas y reconocidas intersubjetivamente. Este tipo de acción da
lugar al marco institucional de la sociedad en contraposición a los sistemas de
acción instrumental y estratégica.
Uno de los hechos
significativos dentro de la producción teórico-analítica de Habermas se expresa
en la influencia del pensamiento de Karl Marx, sobre todo a partir de la pretensión
de establecer una teoría empírica de la evolución de la sociedad. En este sentido,
comenzó adoptando la noción de praxis, que define la acción o práctica fundamental
por la cual el ser humano accede o se realiza en el mundo, con la pretensión de
reformularla al considerarla reduccionista en el caso marxista (Habermas, 1976),
debido a que sólo consideraba al trabajo, lo que le daba un sesgo tecnicista asociado
a la preeminencia de la racionalidad instrumental. Según Habermas, esto denotaba
una carencia de otra dimensión fundamental de la praxis humana En esta
nueva praxis que entiende Habermas, están los cimientos de su propia
teoría de la acción comunicativa, ya que este principio le permitió integrar la
filosofía del lenguaje con la explicación sociológica en una teoría crítica del
capitalismo moderno
El mundo de la vida constituye un “trasfondo moldeador y contextual de los
proceso por lo que se alcanza la comprensión” mediante la acción
comunicativa.
El presupuesto de la teoría de la acción comunicativa es
que, existen tres mundos,
los que constituyen conjuntamente el sistema de referencia que los hablantes
suponen en común en los procesos de comunicación. El mundo externo alude a los mundos objetivo y social, y el interno al mundo
subjetivo. Es decir que, para esta concepción, el hablante, al ejecutar un acto
de habla, entabla una relación pragmática con:
> algo en el mundo
objetivo (como totalidad de las entidades sobre las que son
posibles enunciados verdaderos); o
> algo en el mundo
social (como totalidad de las relaciones interpersonales
legítimamente reguladas); o
> algo en el mundo
subjetivo (como totalidad de las propias vivencias a las que
cada cual tiene un acceso privilegiado y que el hablante puede manifestar
verazmente ante un público), relación en la que los referentes del acto de
habla aparecen al hablante como algo objetivo, como algo normativo o como
subjetivo.
El hablante y el oyente se entienden desde y a partir del
mundo de la vida que les es común, (porque esta simbólicamente estructurado)
sobre algo en el mundo objetivo, en el mundo social y en el mundo subjetivo. De
manera que, entender un acto de habla, significa, para el oyente, saber qué lo
hace aceptable. De esta manera, la acción comunicativa se basa en el consenso simbólico. La
verdad, la rectitud y la veracidad, respectivamente, son los criterios de
verdad. El mundo de la vida es el lugar trascendental en que el hablante y el
oyente se salen al encuentro planteándose esas pretensiones de validez; es el
horizonte de convicciones comunes aproblemáticas en el que se da la acción
comunicativa.
Mediante la distinción entre trabajo e interacción, Habermas reconstruye la
evolución de la sociedad desde la Edad Media hasta nuestros días. Así tenemos,
que en la sociedad tradicional (hasta la burguesía moderna), el marco
institucional se legitima mediante interpretaciones míticas, religiosas y
metafóricas de la realidad en su conjunto.
Una de las mayores
dificultades a la hora de abordar la Teoría de la Acción Comunicativa de
Jürgen Habermas no es otra que la complejidad procedente de su intento por
sintetizar en una gran metateoría, una vasta y, aparentemente, contradictoria
plétora de autores y tradiciones de procedencia dispar1. Su pretensión conciliadora
de enfoques discursivamente divergentes en la reconstrucción comunicativa de la
teoría social, le lleva a una continua autocorrección de sus propios criterios
de clasificación a lo largo del proyecto, que hace todavía más ardua la comprensión
de su argumentación. Por ello, la “reconstrucción” que aquí vamos a realizar de
manera esquemática, no deja de ser una interpretación, dentro de las posibles,
del camino emprendido por Habermas para reconceptualizar las teorías de la
acción social en torno al proceso comunicativo que le es constitutivo,
siguiendo, según nuestro propio criterio de sistematización Habermas encuentra
una seria limitación en este razonamiento husserliano, como no es otra que la
percepción del otro siempre será dada como un “para mi”, de cuyo solipsismo no
debe concluirse una identidad perceptiva; en definitiva: no existe una reciprocidad
completa de perspectivas porque no existe un proceso comunicativo en el que ego
y alter definan conjuntamente la situación, sino que uno y otro
constatarán su realidad independiente y autónomamente. Frente al intercambio
de posiciones espaciales en Husserl, Habermas puntualizará que las perspectivas
perceptivas ‹‹…sólo pueden intercambiarse bajo el supuesto de que se haya
establecido ya una reciprocidad completa entre todos los sujetos participantes
y se haya objetivado en perspectivas de un mundo social común Habermas llama
argumentación «…al tipo de habla en que los participantes tematizan las
pretensiones de validez que se han vuelto dudosas y tratan de corroborarlas o
de refutarlas por medio de argumentos»
CONCLUSION
La primera de estas
decisiones metateóricas para la inflexión comunicativa de una teoría de la verdad en las ciencias
sociales, es la elección entre “observación” y “sentido” en la constitución de
nuestro objeto de estudio. La observación va a hacer referencia al comportamiento
(behavior) y regularidades comportamentales que pueden ser observadas,
mientras el sentido se va a referir a las acciones (action) que deben comprenderse
en términos de significatividad. Las ciencias sociales tendrán que situarse en
su desarrollo, de este modo, dentro de un programa “objetivista”, encaminado al
estudio de las regularidades comportamentales como datos empíricos susceptibles
detratamiento estadístico, o dentro de un programa —en referencia a Husserl y
Dilthey—“subjetivista
el interés de Habermas
se asienta en los procesos comunicativos capaces de llegar a coordinar las
acciones sociales, esto es, de generar una integración social como condición de
posibilidad de la sociedad misma, se hace manifiesto que su exploración
intelectual enfocará su micro-macroscopio hacia las condiciones “racionales”
bajo las cuales se puede generar dicho consenso intersubjetivo.
el camino emprendido
por Habermas nos lleva desde la disolución fenomenológica de un concepto
ontológico de mundo hasta una definición intersubjetiva del mismo desde la
acción socio-comunicativa, es decir, en cuanto experiencia con sentido que
puede comunicarse y racionalizarse por mediación del lenguaje, y se “realiza”
en una práctica comunitaria que tiene por transfondo un idéntico mundo de la vida.
Los tres tipos de experiencias cognoscitivas, en su transformación para su
inclusión en el mundo de la vida, deben hacerse comunicables para adquirir un
sentido intersubjetivo, esto es, para que puedan “intercambiarse” y comunicarse
como experiencias perceptivas entre ego y alter, lo que a su vez
nos exige “consensuar” una serie de principios racionales de carácter universal
bajo los cuales, como pretensiones de validez, pueda aceptarse dicha
comunicación en su dimensión cognitiva correspondiente
REFERENCIAS
RAZÓN Y PALABRA
Primera Revista Electrónica en América Latina Especializada en Comunicación
www.razonypalabra.org.mx